Una historia de violencia de David Cronenberg antes de partir. Y un par de libros para el viaje:
Boris Vian de Jean Clouzet.
El Kalevala de Elias Lönnrot. La memoria del pueblo filandés. Una epopeya.
Me gusta salir de Madrid cuando toda su gente está en sus puestos de trabajo. Me gusta conducir por Huesca y que sus iglesias románicas del S. XII me vigilen desde la lejanía.
Me gusta atravesar los Pirineos, subir un puerto, bajar otro y volver a subir uno nuevo. Allén de los mares.
Me gusta alejarme de Andorra y de sus centros comerciales. Me asusta subir el Port d'Envalira, sin balizas, sin iluminación, con lluvia y miedo. Me gusta pisar suelo francés y que las hojas se eleven unos metros y me azoten a mi paso.
Me gusta llegar a La Cité-Carcassonne cuando sus habitantes duermen, con la lluvia cayendo sobre mi rostro. Subir las calles empedradas y dormir frente al Château Comtal. Me cosquillea entrar en la casa dónde vivió el poeta Joë Bousquet, y pensar en cómo recibió en su habitación más tétrica a lo más granado de los creadores de la primera mitad del siglo XX. Y descubrir una foto con Gala mientras un caballero me dice bonjour.
Me gusta dormir cuando todo se llena de turistas. Me gusta pasear por la doble muralla cuando anochece. Me gusta partir de La Cité de mañana, con el primer olor de las Boulangeries.
Me gusta conducir por la A-61 con la neblina y escuchar a Elvis. Me gusta llegar a Narbonne y subir a la torre del Archiduque, que muestra su soberanía frente al Vizconde.
Me gusta llegar a PortBou, tomarme un zumo de melocotón mientras miro al mar y escribo y que el señor Antonio me desee buen viaje. Me gusta llegar a Figueres y soñar con Dalí descubriendo una foto realizada por Man-Ray.
Me gusta pasar por Girona, atravesar toda la Costa del Maresme y llegar a Lleida exhausta. Me gusta subir a la Seu-Vieja y alejarme mientras ella me mira con sus torres.
Me gusta pasar por Zaragoza y que los fuegos artificiales de sus fiestas iluminen mi camino. Me gusta pasar por Medinaceli y Sigüenza.
Me gusta llegar a mi cama y despertar, tomarme un zumo de naranja y pan de cereales con aceite puro de oliva mientras pienso en que no le des a tu cuerpo todo lo que pueda aguantar.
Una película rescatada. Una copia en VHS del año 91, con motitas de polvo. The Grifters, de Stephen Frears.